yo no te obligué a venir

jueves, septiembre 21, 2006

Un hombre muerde a un oso panda para defenderse tras colarse borracho en el zoo con la intención de abrazarlo

Pekín. (EFE).- Un chino que se había tomado unas cervezas de más comprobó que el panda gigante no es tan cariñoso como parece, tras saltar las verjas del zoo de Pekín para abrazar a un ejemplar que lo recibió a mordiscos, dice hoy el Beijing Morning Post.

El suceso, que protagoniza hoy todas las portadas de la prensa local, ocurrió ayer cuando Zhang Xinyan, de 35 años y padre de dos hijos, llegó a la capital china desde la vecina provincia de Hebei exclusivamente para ver de cerca a los pandas gigante del zoológico.

Antes de la visita, pasó por una cantina donde comió y se bebió cuatro cervezas, cantidad que puede parecer pequeña pero que no lo es tanto si se tiene en cuenta que la medida normal de una 'rubia' china está en torno a los 650 mililitros.

Tras la comida, se dirigió al zoo y allí, preso de unas intensas ganas de abrazar a un ejemplar varón llamado 'Kuku', se quitó la chaqueta y saltó la verja. La repentina visita interrumpió la siesta del oso, que mostró su malestar mordiendo en una pierna a Zhang, quien intentó desembarazarse del animal devolviéndole los mordiscos, aunque con poco éxito.

"En la televisión siempre dicen que el oso panda es muy simpático y nunca advierten de que puede morder. Por eso quise tocarlo", se justificó Zhang, quien reconoció que debido a su estado de embriaguez no recuerda cómo consiguió saltar la verja.

Los trabajadores del zoo arreglaron el entuerto ahuyentando al animal con un manguera de agua y después se llevaron al hospital a la víctima, que no sufre daños graves.

El parque ha dicho que no es responsable del ataque puesto que hay suficientes carteles de aviso aunque manifestó que está considerando elevar las verjas, pues no es la primera vez que ocurre algo así. Hace unos meses, un universitario enamorado saltó a los brazos de un oso panda del zoo para demostrarle a su novia cuánto la quería.

vía
menéame, en La Vanguardia


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